No era la primera vez que visitábamos Londres. Lo hicimos el año que falleció la princesa Diana de Gales, pero este Londres era otro muy diferente. Una gran metrópoli que impresiona al mirarla desde el cielo y que sin miedo alguno, puede codearse con la mismísima Nueva York. Pasear por una calle de Londres no tiene nada que ver con nada. Ella por si sola es única y absoluta. Todo allí es distinto.
Si tu viaje de novios va a ser a la capital del Reino Unido os dire que Londres es una ciudad enorme pero no tiene grandes avenidas. Sus calles suelen ser bastante estrechas. Los coches circulan por el lado contrario, bueno quien sabe quién se equivoca…? Es una ciudad muy peculiar y tiene cosas que la convierte en única… Los autobuses dobles, son solo un ejemplo, aunque en Madrid hace años también existían, se han convertido el emblema de esta ciudad. Por todas las tiendas de souvenirs encontraras miniaturas de este transporte de color rojo. Y este mismo color rojo da carácter a los buzones de correos, y también a las más famosas aún, antiguas cabinas de teléfono.
Ahora y como los tiempos avanzan, pocas funcionan ya que todos disponemos de móvil. También son muy peculiares en las calles de Londres los Black Cabs, o lo que viene a ser lo mismo, los taxis negros de estilo clásico que encontraras en todos los rincones de la ciudad. No siempre son negros, también te puedes encontrar algún taxi ya muy viejo de color azul o rojo y muchos de ellos con publicidad. Es un modelo de coche que se sigue fabricando en la actualidad. Pero sin un GPS para indicarles la calle a la que tienen que ir, ya que la preparación para ser taxista en Londres incluye el que se conozcan la ciudad como si fuera su propia casa.(Cogimos uno desde Piccadilly Circus hasta nuestro hotel).
Llegamos a la ciudad, de noche y lloviznando, pero también era de esperar por las fechas que corrían. Nada más bajar del avión y poner el pie en el suelo del aeropuerto y de recoger la maleta facturada, nos fuimos a buscar un taxi que nos llevase lo antes posible a nuestro hotel. Fue un viaje casi al más allá, una hora y media de trayecto. Eso sí, aunque de noche yo estaba dispuesta a disfrutar de cuanto veía y no separaba mi nariz del frio cristal del taxi. El hotel que habíamos reservado se encontraba muy lejos de allí y nos relajamos para disfrutar enormemente del paisaje de casas victorianas, algunas en pésimo estado de conservación. Llegamos por fin a la puerta del hotel Royal National. La fama de este hotel no es que sea muy buena, aunque depende de a quién se lo preguntes.
Nosotros solo buscábamos un hotelito céntrico, limpio y cómodo y la experiencia fue buena, pero las críticas de la gente nos ponían un poco en alerta antes de hacer el checking. La verdad es que fue correcto y muy cercano de los lugares más interesantes a visitar, eso sí, los desayunos ni en un hostel de los nuestros y si querías desayuno inglés, pagabas 5 libras más por los huevos, el bacón y las consabidas beens.La primera noche, cenamos en el restaurante del hotel, el clásico Rosbif con puré y verduritas. Estaba muy bueno. He de confesar que no teníamos ninguna ruta planeada. Todo era sobre la marcha, según el tiempo que nos hiciera y las ganas que tuviéramos, visitaríamos los principales sitios de Londres sin un orden fijado… o al menos lo intentaríamos. Teníamos prácticamente tres días por delante, pero nos temíamos que el tiempo sólo iba a empeorar en el transcurso de los días. Efectivamente así fue, al segundo día sentimos las primeras gotas de agua inglesa en nuestras caras. Aquí, al igual que en otras tantas ciudades europeas, está presente la compañía Original Tours que ofrecen excursiones en Londres en varios idiomas, entre ellos en español y una de esas excursiones es un paseo por los puntos más característicos de la ciudad.
Pensamos que sería una buena manera de empezar nuestro trayecto (recordando el viaje de luna de miel) y tomar un primer contacto con Londres. Cogimos nuestro primer autobús doble y nos pusimos en la parte de arriba en primera fila para poder verlo todo bien y una tras otra hice fotos de todos los lugares por los que pasamos .Nos bajamos en Hyde Park por una urgencia fisiológica y buscamos donde ir al baño. Un poco atolondrados por la urgencia de la situación nos fuimos al Hilton a tomar un café y así poner solución al tema. Dos cafés y dos pastas, una cada uno…14 libras. Pero fue parte de la fantástica experiencia Londinense. Aun nos reímos al recordar el apremio de aquella mañana. Volvimos a tomar otra vez el bus, pero en sentido contrario y de vuelta al hotel. Comimos en un chino del hotel, la experiencia fue más bien nefasta. Tal vez escogimos mal el menú, pero no tenía mucha afluencia de público que digamos y comimos en “familia” otra pareja que tampoco escogió bien y nosotros. Seguimos visitando la ciudad por nuestra cuenta.
Fue algo emocionante volver tras 18 años y poder constatar los cambios, casas derruidas y en su lugar modernos edificios, torres de incontables pisos…Al regresar de nuevo al hotel, tomamos una copa en el pub The Meeting Place. Nos gustó la tranquilidad del lugar. Al día siguiente, comimos en un italiano, celebrando nuestro aniversario, hicimos compras para los chicos y los clásicos souvenirs. Más y más fotos (entre ellas las de clásicas cabinas telefónicas). A la hora de las compras, quise traerme medio Londres, pero mi marido prudentemente (él dice que me conoce muy bien) “rapto” sigilosamente mi tarjeta de crédito y no pudo ser. Ultimo día, desayunamos, bueno algo parecido y salimos raudos y veloces para agotar las últimas horas de nuestra escapada. Otra ruta de Original tours, otro “chute” de flema británica y otras cien mil fotos de todo. Visita a la torre de Londres, al British Museum de donde salí extasiada y medio en las nubes y otra vez Hyde Park y lo que nunca podía imaginar…., con cada última foto, me embargaba una extraña sensación de pena al marcharme de aquella fría ciudad que aunque no lo creáis me engancho.
Bueno nada que no pudiese solucionar mi marido, invitándome en un Pub típico a una buena pinta rubia y un plato de Fish and Chips de los de allí, (los verdaderos) en un mágico lugar más bien Irlandés o Escocés de nombre “Green Goblin “en donde conocimos a un muchacho de Cantabria que trabajaba de camarero para costearse sus estudios en la capital británica. Hora de salir hacia el aeropuerto de…..otra vez regreso al más allá, ese aeropuerto…
Dos horas esta vez de trayecto, la lluvia torrencial, el tráfico horrible y el vaho de los cristales. Poco más y el aspecto fantasmagórico de las típicas películas inglesas, las casitas victorianas que nos recibieron a la llegada se disipaban tras la lluvia que golpeaba con rabia los cristales del taxi…..
Adiós Londres!!Hasta pronto Londres. Ya estamos pensando en volver!!