Viaje a Islas Mauricio

A mí no me hace falta mas motivo que su maravillosa naturaleza paradisíaca en el amplio sentido de la palabra. L´île de France o isla Mauricio es un pedacito del edén. Por encima del mar, la Isla Mauricio se nos antoja un vergel bordeado por una finisima linea color turquesa. Al aterrizar, el calor es húmedo, y una música de viento y mar lo envuelven todo, como si el pedazo de tierra que uno se dispone a descubrir tuviese vida propia. Situado en el Océano Índico, 800 kilómetros al este de Madagascar, Mauricio es un país de 2.040 kilómetros cuadrados y 1.3 millones de habitantes donde las plantaciones de caña de azúcar y té se extienden en medio de verdes montañas de extrañas formas, a su vez rodeadas por playas de arena blanca y un arrecife de coral.

En Mauricio, como ya os indiqué al principio, conviven en maravillosa mezcla de indios, chinos, créoles y europeos, como resultado de un intrincado pasado colonial. Los navegantes árabes conocían su existencia desde el siglo x, los portugueses la pisaron y finalmente los holandeses tomaron posesión de ella en 1598. El almirante Wybrant van Warwyck la bautizó Mauritius en honor a su soberano, el príncipe Mauritius de Nassau, y 40 años más tarde se estableció la primera colonización cerca de Mahébourg. Descubrieron entonces un extraño pájaro, el Dodo, parecido a un gran cisne pero con el pico roto, que desapareció para siempre; en 1710, cuando los holandeses abandonaron la isla, ya no existía.

Habían, en cambio, introducido a los esclavos africanos y la caña de azúcar. Cinco años después de la partida de los holandeses, el capitán francés Guillaume Dufresne d’Arsel conquistó la isla, la bautizó Île de France y a partir de 1735 llegaron los colonos y comerciantes. Los franceses y sus descendientes se quedaron con sus propiedades y su idioma, pocos colonos ingleses se instalaron.

Sin embargo, se abolió la esclavitud en 1835 y en cambio se trajeron trabajadores indios y después chinos. Finalmente Mauricio adquirió su independencia en 1968. Y ahora, aunque el inglés es el idioma oficial, el francés sigue siendo la lengua de muchos y la mayoría de la gente habla créole, un derivado local del francés, muy distinto al de otras islas. Algunas calles conservan su aire colonial a la sombra de los edificios modernos. Su bella catedral convive con la mezquita y los templos hindúes y chinos, y el Caudan es el corredor a la orilla del mar, donde los antiguos muelles fueron transformados en centro comercial para pasear o comer, sobre todo al atardecer, cuando el sol se funde con el horizonte y la luz se va a tierras lejanas. En el mercado, de una limpieza impresionante, parece que los vendedores disponen sus frutas y verduras de modo que los colores convivan en forma armoniosa.

Recorrerlo es una buena oportunidad para convivir con la gente. Un punto de gran interes es Rose Hills ,allí viajamos en el tiempo es la ciudad cultural de la isla, hogar de numerosos artistas y escritores. Su teatro se inauguró en 1933 con una opereta interpretada por el famoso actor y cantante francés Maurice Chevalier. Su carretera nos lleva a descubrir el Trou aux Cerfs, un cráter de 90 metros de profundidad, el cual puede rodearse a pie para admirar su perfecto círculo, aunque la neblina invade a menudo esa cima de la isla. Las colinas están cubiertas de bellos sembrados de té que se extienden sobre las imposibles laderas, donde se reúnen las mujeres para cosechar las hojas antes de llevarlas a secar. Otros de los lugares intrigantes de Mauricio son la cascada de Tamarin y El Valle de los 23 Colores, llamado así porque la tierra ahí se viste de tonos ocres y rojizos.

L’Île Plate ( a la que se llega después de dos horas y media de apacible navegación, pasando la pequeña isla Coin de Mire con sus acantilados inhóspitos y su excelente muro para bucear, The Wall (-20 metros). Esta isla es un microparaíso con sus playas de arena blanca, su laguna que permite bucear con el simple visor y su caminata hasta el faro, que ofrece un panorama despampanante. Si la visitan,decidiran sin duda hechar el ancla junto al pequeño islote Gabriel, para explorar la famosa fosa de los tiburones, en la cara noroeste de L’Île Plate. Bajando a –12 metros, la corriente les llevará a un cuenco de 15 metros de diámetro donde los tiburones de cola negra (Carcharinus wheeleri) nadan en círculos, atraídos seguramente por el agua altamente oxigenada por las corrientes. El buceo es muy solicitadopor el turismo, debido a la fuerte corriente, y es necesario sostenerse de las rocas para no dejarse arrastrar, pero el espectáculo es impresionante. En isla Mauricio las estrellas brillan mas que los diamantes, la Cruz del Sur centellea magicamente, no hay más música que la de la brisa y el tenue y acompasado ruido de las olas que nos traen ecos de epocas pasadas….

La pregunta que se nos presenta inevitablemente es: Como abandonar el paraiso…..¿Cómo abandonar Mauricio?